Posted by Findûriel in , | 2.8.07 No comments
El hombre nace. Asoma la cabeza de las entrañas de su madre y le grita al viento, mientras lucha por liberarse de la cuerda primigenia y secarse del líquido amniótico.
Pronto es acunado y arropado. Se mece en los brazos del amor, si tiene suerte. En los de la supervivencia, si sus padres no la tienen. En la del olvido, si ni siquiera tiene padres.
Crece y busca sus alas. Tiene que salir de su propio cuerpo y se estira, haciendo que la piel sufra, los dientes se renueven y los huesos duelan.
Monta un caballo sin silla, un águila sin bocado, resbala por la grupa de los sueños que se le escapan. Gira como la tierra y se tensa como el arco. Debe aprender a luchar con las manos, a hacer daño, a recibir los golpes.

Un día la velocidad del destino lo supera, y cae al suelo.
Se destroza las rodillas del alma.

Trata de germinar, pero sobre él, a su derecha, a su izquierda, han brotado paredes invisibles, y vuelve a caer inexorable al frío del hielo. Prueba con desvíos, fuerzas, tienta en la oscuridad y halla una cuerda, de la que se ase con los miembros cansados para poder elevarse.
Pero cae de nuevo, aunque aquella cuerda no piensa dejarlo quebrar, así que ella misma lo eleva, haciéndolo girar como una marioneta.
Clavado al hielo por un pie, trata de liberarse y andar por sí solo. Estira las manos hacia el frente, y logra desplazarse, aunque vaya hacia atrás. Vuelve a los nervios, a la angustia, a la adolescencia. Despierta su rostro en el agua helada, y busca sin descanso aquellas alas que se le escapan desde la hora de su nacimiento.
Después de vestirse en mil melancolías, encuentra la fuerza para saltar todos los obstáculos que le entorpecen el camino, aunque aún no sepa hacia dónde va.

Pero una vez allí, se vuelve glorioso, y alza el vuelo.

Y de nuevo el latido, el mismo que lo arrulló en su nacimiento, surge de la tierra para pedirle que viva. Vuelve la vista, pero sólo para darse impulso. Y la danza que afirman sus pasos suena en las vocales de su propio idioma, de su ritmo, de su huella. Ha hallado su identidad.
Ahora vuela por sobre la tierra, prendido el gozo en sus expresiones. Celebra la vida, la libertad. No le importa si el día de mañana su respiración se quedará quieta como las hojas que caen, porque ahora vive.
Alza sus ojos al cielo y sabe que las alas siempre han estado dentrodesí...


0 comentarios:

Bookmark Us

Facebook Favorites Twitter